Estaba yo trabajando (o en el trabajo para ser más exactos) y una camarera viene y me pregunta que si tengo un apósito para dejarle. Yo, fiel a mi política de complacer las demandas de mis compañeras, saco el botiquín de debajo del mostrador y se lo abro para que ella misma se sirva todo lo que necesite (tiritas, esparadrapo, gasas, betadine, algodón, aspirinas, etc).
Me mira como diciendo ¿Este que hace? Y me dice: ¿Para que quiero yo esto? Yo necesito un boli y un papel para dejar una recado a mi jefe.
No hice ningún comentario, no me parecieron oportunos todos los pensamientos que me asaltaron en ese momento. Como ya he dicho anteriormente, seguí mi política y le di lo que realmente pedía y necesitaba (y no, no fue una hostia).
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