Este post está dedicado a ti, amigo que estás en Tenerife. A ti que eres nuestro amigo, nuestro compañero, nuestro hermano. En tu buen juicio y en tu sabio criterio depositamos nuestras esperanzas de que nos ilumines en estos momentos de dudas y confusión. Tu eres el faro que ha de guiarnos entre la espesa niebla para llevarnos a buen puerto.
En fin y para dejarnos de mariconadas. Que te vamos a exponer los hechos acaecidos anoche para que tu nos digas quién se portó mal y quién no. O incluso si todos nos portamos mal, también te estaríamos agradecidos si nos lo hicieses saber. Por respetar la intimidad de las personas implicadas no vamos a dar ningún nombre. No obstante si leer entre líneas no aclara la identidad de los interfectos estamos a tu disposición para aclararte en privado quién es quién en esta historia.
Estábamos ayer por la tarde los 9 amigos (éxito de convocatoria) que habíamos quedado en Bodegas Mazón, tomando una caña y un pincho (9 cañas y 9 pinchos, claro está) y, cómo es nuestra costumbre nos acordamos de los amigos que no estaban con nosotros. Decidimos a la tercera ronda que lo mejor que podíamos hacer por todos ellos (los amigos ausentes) era mandarles un mensaje al móvil para que supieran que nos acordamos de ellos siempre que estamos juntos. En definitiva que les echamos de menos y que nos falta algo si no están con nosotros.
Una vez envíados los mensajes oportunos concluímos que en elgunos casos no era suficiente. Que alguno por sus circunstacias personales se merecía algo más que un frío mensaje de texto. Fue entonces cuando decidimos llamar personalmente a nuestro querido amigo residente en la meseta para darle recuerdos. Extrañamente nos cogió el teléfono a la primera, lo cual nos llenó de satisfacción, y nos comunicó que no se encontraba en la meseta si no en el mismo Santander. Estaba recién salido de los toros y no estaba solo. ¡Estaba en compañía de otros 3 amigos comunes!.
Recibimos la noticia con gran júbilo ya que vio acompañada del compromiso por parte de todos de que enseguida se terminaban los que estaban tomando y acudirían rápido a nuestro encuentro para tomar juntos unas copas.
Aunque resulte paradójico, esa gran noticia fue el principio del fin de nuestra felicidad. Nosotros seguimos tomando cañas y pinchos a la misma velocidad que nuestro pelotón perdia unidades por el camino (o sea que la peña se iba marchando a casa). Cuando ya solo quedamos tres amigos en pié y ya se nos había echado la noche encima abandonamos la zona de las casetas de los pinchos y pusimos rumbo a Cañadio para empezar a tomar copas de hombre.
De camino a la plaza de Cañadio insistimos en llamar a nuestos amigos, que suponíamos en camino, para que no se despistasen de zona y no pudieramos encontrar con facilidad. Recibimos entonces la primera contrariedad. Hicimos la llamada a uno de ellos y tenía el móvil apagado o fuera de cobertura. Inaccesibles al desaliento llamamos a otros de ellos y esta vez tuvimos más suerte, o eso nos pensabámos.
Nos respondió al teléfono una voz que no era la de nuestro amigo. Era sin duda una voz femenina a la que rapidamente pudimos poner cara (por ser finos y no decir en lo primero que se nos vino a la cabeza al oirla). Lo que no pudimos entender por mucho que lo intentamos es que esa dulce voz nos dijese que nuestros amigos todavía estaban en la calle Burgos, que era dónde nos habían dicho que estaban dos horas antes, justo cuando dijeron que ya estaban bajando.
No contenta con esa declaración nos dijo que uno de nuestros amigos (el que más trabaja y menos duerme) ya estaba en la cama, sin aclararnos en qué cama estaba. Como era imposible aclarase entre los ruidos de uno y otro lado de la conexsión telefónica, el propietario del móvil (nuestro amigo) se puso al parato y nos reiteró la promesa de que estaban en camino aunque habián sido retenidos, en contra de su voluntad naturalmente, por la anteriormente mencionada fémina y sus amigas.
Seguimos tomando copas sin perder la esperanza de que tarde o temprano pudiesemos ver a nuestros amigos y darles un abrazo en una cálida bienvenida. Pero esperamos en vano.
Su llegada nunca se produjo, aunque hay que decir en su descargo que nuestro amigo residente en la meseta fue el único que tuvo el detalle de llamarnos para excusar su presencia. Dijo estar de camino a su ciudad de trabajo y no poder cumplir con su compromiso de tomar una copa juntos por falta material de tiempo.
La dispculpa fue aceptada de imediato porque no somos rencorosos y porque a esas horas ya teníamos los tres un pedo considerable. Prueba de la indestructible amistad que nos une, decidimos hacerle el viaje más entretenido llamándole cada cuarto de hora para amenizarle el camino. Pero se debió pensar que teníamos otras intenciones porque ya no nos volvió a coger el teléfono.
A esas alturas el hecho de mentalizarnos de que no ibamos a ver a nuestros amigos tampoco nos alteró demasiado el plan que teníamos. Seguimos tomando copas a un ritmo vertiginoso, momento el que aprovechó uno de nosotros para indicarle al camarero y propietario del bar cómo tenía que dirigir su negocio. Tengo que decir que el hombre demostró una profesionaliad y una paciencia infinitas para aguantar el paso de los minutos viendo cómo todos sus argumentos eran rebatidos con rotundidad por nuestro amigo acodado en la barra.
Sin llegar aconvercer al del bar de que debía camiar su visión comercial del mismo, todavía tuvimos tiempo de tomar la última copa en el local de enfrente. Allí ya no dijimos a ningún profesional de la hostelería cómo debía de enfocar su trabajo y nos limitamos a hablar entre nosotros con la lengua de trapo.
En un momento de lucidez, que coincidió con la proximidad de la hora de cierre de los locales nocturnos (los decentes o medio decentes), pensamos acertadamente que lo mejor era retirarnos a nuestros aposentos pero juntines y en taxi.
Así lo hicimos, nos fuimos bajando del taxi a medida que pasábamos por nuestro hogares. Tenemos que decir que sospechamos (no podemos estar seguros de nada) que al último en bajar le quedó el cañonazo de pagar al taxista. No es que sea una conducta muy elegante, pero es una práctica que se está conviertiendo en tradicional entre nosotros. Si fue así, que sepa el afectado que fue sin querer y que la próxima vez seguramente le va a pasar los mismo.
Esta mañana intenté contactar con uno de nuestros amigos para conocer su versión de lo acontecido por la noche e igualmente para comprobar que estaba bien y que había llegado a casa sin incidentes reseñables. Sufrí lo indecible para salir de casa con la resaca que tenía. Llegué hasta su lugar de trabajo y cómo estaba ocupado le dejé el recado de que le esperaba en una cafetería próxima. A estas horas no sé si le fue posible acudir o no. Fui capaz a duras penas de pedir una coca-cola, pero lo que no pude hacer, por mucho que lo intenté, fue tomármela toda y esperar a mi amigo. Tuve que abandonar la cafetería antes de desmayarme, coger el coche ir a mi casa y meterme en la cama.
Al despertar de nuevo he visto una llamada perdida del nuestro amigo común. No sé si llegó a la cafetería o si ha llamado para otra cosa. Sigo sin estar en plenitud de falcultades y no le he devuelto la llamada todavía.
Y esta es toda la historia, al menos la versión que somos capaces de recordar. Ahora es tu turno amigo mio(nuestro, de todos nosotros). Tu que estás disfrutando del sol de las "islas afortunadas". Tu tienes ahora la misión y la responsabilidad de depurar responsabilidades. De llamar la atención al que se lo merezca y de dictar sanciones si ves indicios de faltas graves en nuestro proceder.
En fin y para dejarnos de mariconadas. Que te vamos a exponer los hechos acaecidos anoche para que tu nos digas quién se portó mal y quién no. O incluso si todos nos portamos mal, también te estaríamos agradecidos si nos lo hicieses saber. Por respetar la intimidad de las personas implicadas no vamos a dar ningún nombre. No obstante si leer entre líneas no aclara la identidad de los interfectos estamos a tu disposición para aclararte en privado quién es quién en esta historia.
Estábamos ayer por la tarde los 9 amigos (éxito de convocatoria) que habíamos quedado en Bodegas Mazón, tomando una caña y un pincho (9 cañas y 9 pinchos, claro está) y, cómo es nuestra costumbre nos acordamos de los amigos que no estaban con nosotros. Decidimos a la tercera ronda que lo mejor que podíamos hacer por todos ellos (los amigos ausentes) era mandarles un mensaje al móvil para que supieran que nos acordamos de ellos siempre que estamos juntos. En definitiva que les echamos de menos y que nos falta algo si no están con nosotros.
Una vez envíados los mensajes oportunos concluímos que en elgunos casos no era suficiente. Que alguno por sus circunstacias personales se merecía algo más que un frío mensaje de texto. Fue entonces cuando decidimos llamar personalmente a nuestro querido amigo residente en la meseta para darle recuerdos. Extrañamente nos cogió el teléfono a la primera, lo cual nos llenó de satisfacción, y nos comunicó que no se encontraba en la meseta si no en el mismo Santander. Estaba recién salido de los toros y no estaba solo. ¡Estaba en compañía de otros 3 amigos comunes!.
Recibimos la noticia con gran júbilo ya que vio acompañada del compromiso por parte de todos de que enseguida se terminaban los que estaban tomando y acudirían rápido a nuestro encuentro para tomar juntos unas copas.
Aunque resulte paradójico, esa gran noticia fue el principio del fin de nuestra felicidad. Nosotros seguimos tomando cañas y pinchos a la misma velocidad que nuestro pelotón perdia unidades por el camino (o sea que la peña se iba marchando a casa). Cuando ya solo quedamos tres amigos en pié y ya se nos había echado la noche encima abandonamos la zona de las casetas de los pinchos y pusimos rumbo a Cañadio para empezar a tomar copas de hombre.
De camino a la plaza de Cañadio insistimos en llamar a nuestos amigos, que suponíamos en camino, para que no se despistasen de zona y no pudieramos encontrar con facilidad. Recibimos entonces la primera contrariedad. Hicimos la llamada a uno de ellos y tenía el móvil apagado o fuera de cobertura. Inaccesibles al desaliento llamamos a otros de ellos y esta vez tuvimos más suerte, o eso nos pensabámos.
Nos respondió al teléfono una voz que no era la de nuestro amigo. Era sin duda una voz femenina a la que rapidamente pudimos poner cara (por ser finos y no decir en lo primero que se nos vino a la cabeza al oirla). Lo que no pudimos entender por mucho que lo intentamos es que esa dulce voz nos dijese que nuestros amigos todavía estaban en la calle Burgos, que era dónde nos habían dicho que estaban dos horas antes, justo cuando dijeron que ya estaban bajando.
No contenta con esa declaración nos dijo que uno de nuestros amigos (el que más trabaja y menos duerme) ya estaba en la cama, sin aclararnos en qué cama estaba. Como era imposible aclarase entre los ruidos de uno y otro lado de la conexsión telefónica, el propietario del móvil (nuestro amigo) se puso al parato y nos reiteró la promesa de que estaban en camino aunque habián sido retenidos, en contra de su voluntad naturalmente, por la anteriormente mencionada fémina y sus amigas.
Seguimos tomando copas sin perder la esperanza de que tarde o temprano pudiesemos ver a nuestros amigos y darles un abrazo en una cálida bienvenida. Pero esperamos en vano.
Su llegada nunca se produjo, aunque hay que decir en su descargo que nuestro amigo residente en la meseta fue el único que tuvo el detalle de llamarnos para excusar su presencia. Dijo estar de camino a su ciudad de trabajo y no poder cumplir con su compromiso de tomar una copa juntos por falta material de tiempo.
La dispculpa fue aceptada de imediato porque no somos rencorosos y porque a esas horas ya teníamos los tres un pedo considerable. Prueba de la indestructible amistad que nos une, decidimos hacerle el viaje más entretenido llamándole cada cuarto de hora para amenizarle el camino. Pero se debió pensar que teníamos otras intenciones porque ya no nos volvió a coger el teléfono.
A esas alturas el hecho de mentalizarnos de que no ibamos a ver a nuestros amigos tampoco nos alteró demasiado el plan que teníamos. Seguimos tomando copas a un ritmo vertiginoso, momento el que aprovechó uno de nosotros para indicarle al camarero y propietario del bar cómo tenía que dirigir su negocio. Tengo que decir que el hombre demostró una profesionaliad y una paciencia infinitas para aguantar el paso de los minutos viendo cómo todos sus argumentos eran rebatidos con rotundidad por nuestro amigo acodado en la barra.
Sin llegar aconvercer al del bar de que debía camiar su visión comercial del mismo, todavía tuvimos tiempo de tomar la última copa en el local de enfrente. Allí ya no dijimos a ningún profesional de la hostelería cómo debía de enfocar su trabajo y nos limitamos a hablar entre nosotros con la lengua de trapo.
En un momento de lucidez, que coincidió con la proximidad de la hora de cierre de los locales nocturnos (los decentes o medio decentes), pensamos acertadamente que lo mejor era retirarnos a nuestros aposentos pero juntines y en taxi.
Así lo hicimos, nos fuimos bajando del taxi a medida que pasábamos por nuestro hogares. Tenemos que decir que sospechamos (no podemos estar seguros de nada) que al último en bajar le quedó el cañonazo de pagar al taxista. No es que sea una conducta muy elegante, pero es una práctica que se está conviertiendo en tradicional entre nosotros. Si fue así, que sepa el afectado que fue sin querer y que la próxima vez seguramente le va a pasar los mismo.
Esta mañana intenté contactar con uno de nuestros amigos para conocer su versión de lo acontecido por la noche e igualmente para comprobar que estaba bien y que había llegado a casa sin incidentes reseñables. Sufrí lo indecible para salir de casa con la resaca que tenía. Llegué hasta su lugar de trabajo y cómo estaba ocupado le dejé el recado de que le esperaba en una cafetería próxima. A estas horas no sé si le fue posible acudir o no. Fui capaz a duras penas de pedir una coca-cola, pero lo que no pude hacer, por mucho que lo intenté, fue tomármela toda y esperar a mi amigo. Tuve que abandonar la cafetería antes de desmayarme, coger el coche ir a mi casa y meterme en la cama.
Al despertar de nuevo he visto una llamada perdida del nuestro amigo común. No sé si llegó a la cafetería o si ha llamado para otra cosa. Sigo sin estar en plenitud de falcultades y no le he devuelto la llamada todavía.
Y esta es toda la historia, al menos la versión que somos capaces de recordar. Ahora es tu turno amigo mio(nuestro, de todos nosotros). Tu que estás disfrutando del sol de las "islas afortunadas". Tu tienes ahora la misión y la responsabilidad de depurar responsabilidades. De llamar la atención al que se lo merezca y de dictar sanciones si ves indicios de faltas graves en nuestro proceder.
17 comentarios:
Hola "AMIGOS" :
Nosotros que somos gente de negocios y de reconocida reputación en esta nuestra ciudad natal, te comunicamos a ti (usted) el que escribes, que no solemos alternar con gente bebida y que otra vez no nos molestes tanto con el telefonito de los cojones cuando estamos intentando ligar.
Fdo. EL MAXI
Encima se ponen dignos
¿Esto me lo tengo que tomar en serio o de cachondeo?, ya sabeis que estoy muy sensible con el tema, así que disculparme pero antes de hacer (o mejor dicho decir) una barbaridad en la que pueda ser ¡muy injusto!, voy a esperar a conocer todas las versiones de los hechos, pero esto huele muy mal,
Fdo. El desterrado.
¿Todavía hay alguien que se toma esto en serio?
¡¡A ver si vamos a ser nuevos!!
El primer día que haya el mínimo problema porque alguien se ofenda o se tome en serio esta página, la clausuro irrevocablemente.
Se cierra el kiosko pero rápido
Más sentido del humor please
Porque estamos escribiendo aqui si lo podemos arreglar a "hostias"
Fdo.: Eduardo manostijeras
Porque no hay nada que arreglar porque nada se ha roto
Lo ves, todo arreglado, esto es lo que quería Manute, pues conseguido, si es que soy mejor que la bruja lola.
p.d. pero cuidado, que os estoy vigilando.........
Fdo. Michel.
BUENO COMO YA SABEIS QUE ESCRIBO CON MAYUSCULASS NO HACE FALTA DECIROS QUE EL MAXI DEL COMENTARIO ANTERIOR NO ERA YO.
RESPECTO A NO LLEGAR A BAJAR A CAÑADIO TENGO QUE DECIR QUE CHISCO ESTABA EN CHANCLAS Y EN PANTALON CORTO, RAMPI SE QUEDO ASOMBRADO DE LOS GRANDES PECHOS DE LA MUJER DE LA DULCE VOZ, GONZALO NO SE ENCONTRABA CON ANIMOS DE FALTAR A SU TRABAJO Y YO ME ENCCONTRABA TAN SOLO QUE ME TUVO QUE DEJAR GONZALO EN MI DOMICILIO, LO QUE LE AGRADECERE ENORMEMENTE YA QUE AL DIA SIGUIENTE NO SALI DE LA PUTA OFICINA HASTA LAS TRES DE LA TARDE.VERAS MANUTE QUE CUANDO QUISE IR A TOMAR EL CAFE CONTIGO YA ERA DEMASIADO TARDE.TENGO QUE DECIR TAMBIEN QUE CUANDO ME AVISARON QUE ESTABAS EN EL COLISEUM ERAN CASI LAS DOS.
TODO ESTO RESUME LO QUE PASO EL DIA DE TOROS, Y ESQUE CUANDO TOREA JOSE TOMAS SIEMPRE PASA ALGO...SE PREPARA VIAJE A GIJON PARA EL DIA 10 DE AGOSTO DONDE JOSSE TOMAS VUELVE A TOREAR.
FDO. EL MAXI AUTENTICO
Entonces el "otro Maxi" es el cabrón de Gonzalo o el cara dura de Chisco.
Me voy a mojar y voy a decir que me la juego con que es Chisco.
Ese proceder de usurpar identidades no es propio de Gonzalo. Aunque es un riesgo evidente poner la mano en el fuego por cualquiera de nosotros. ¡¡Que se lo digan a nuestros padres!!
Yo cuando tengo que decir algo lo digo a la cara (aunque un poco estoy de acuerdo con el primer EL MAXI).
Fdo. EL CHISCO (TAMBIEN CON MAYUSCULAS)
Pues si no fue Chisco el falso Maxi solo queda Gomzalo. O uno que nadie se espera......... Rampi?
TOROS DE ESTOS NECESITA JOSE TOMAS PARA EL DIA 10.
APUNTAROS
FDO.EL AUTENTICO
EL DETECTIVE DE LOS COMENTARIOS FALSOS, SE VUELVE A EQUIVOCAR. PORQUE VAN A SER GONZALO O CHISCO, TENEIS ALGO EN CONTRA DE LA GENTE DE VIVE, VIVIO O TRABAJA EN EL GRUPO AMARO?, ES MUY FACIL ACUSAR SIN PRUEBAS.
FDO.: "EL DIONI"
Si no fue ninguno de los dos. Ni Maxi, ni Michel, ni Manute. ¿Quién cojones va a ser si no nos visita nadie más?
Falta César o alguno de esos sudamericanos que son puntos rojos en el mapa. Pero no hablanmdo de sexo ellos no creo que hayn sido
Fdo: Inspector Gagdtet o como ostias se escriba
Gagdtet??????
¡que infancia mas dura tuvistes!
Publicar un comentario