viernes, 19 de septiembre de 2008

EL HOMBRE DISTRAÍDO

Os voy a relatar a continuación los hechos que me han acontecido hace escasamente 50 minutos. Estaba yo en el trabajo (no confundir con trabajando), cuando aparece ante mis ojos una señora en albornoz y gorro de baño preguntándome por su marido.

¿Ha visto usted a mi marido? Es que acabo de salir del balneario y no lo encuentro. Iba con el albornoz y el bañador pero no está en la habitación. ¡Hay dios mío, que me lo han llevado!

Señora no pasa nada ¿Cómo se lo van a haber llevado? (¿Quién cojones va a querer a un jubilado en bañador y albornoz?). ¿No estará todavía dentro del balneario?

No, no, que ha salido antes que yo y no lo encuentro por ningún sitio. He llamado a la habitación pero cómo está un poco sordo (sordo, en bañador y albornoz... repito ¿Quién se lo va a llevar y pa’ qué?) igual es que no me oye.

Bueno pues tenga la copia de la llave de la habitación y vaya a ver si está dentro o buscamos en otro sitio (A estas alturas ya me había visto obligado a cerrar el Marca sin terminar de leer la crónica del Racing)

Al cabo de dos minutos vuelve a bajar la señora, esta vez visiblemente nerviosa y prácticamente llorando.

En la habitación no está y en el balneario tampoco que ya hemos ido a ver. (Decía “hemos” porque ya tenía escolta. Ya había otras dos viejas acompañándola sin aportar idea alguna pero acompañando).

En esto que uno de los espontáneos que ya se habían apuntado a “solucionador de problemas” tuvo lo que a su juicio fue la idea más brillante de todas:

“Habrá que llamar a la policía o algo, que el marido de esta señora no aparece”

Ya me tuve que levantar y guardar el periódico.

A ver señor, que el marido e la señora no aparece desde hacer 5 minutos. No creo yo que sea todavía el momento de llamar a la policía. Vayan a ver si está en el comedor, en el salón o en la puerta del hotel, aunque fuera del recinto no creo que haya salido si iba en bañador y chanclas.

El cariz que iban tomando los acontecimientos cada vez era más complicado. El señor seguía sin aparecer, la señora cada vez estaba un poco más histérica y los “capataces de obra” cada vez iban asumiendo más responsabilidades organizativas sin que nadie se lo pidiese.

Fue entonces cuando sucedió algo que aunque a priori era motivo de otro problema, al final fue la solución. Dos señores (matrimonio) se presentan en Recepción visiblemente cabreados porque afirman que han entrado en SU habitación con SU llave y se han encontrado a un señor durmiendo en su cama. (Parece el cuento de Blancanieves y los siete enanitos pero como si todos los personajes fueran la madrastra).

Entonces uno de los autoproclamados “jefe del equipo de búsqueda” se dio cuenta de lo que pasaba.

¡Claro, el señor que está durmiendo es el marido de la señora. El que no aparece! ¿Dónde está la señora?

Mientras yo explicaba a los señores que se habían encontrado su cama “ocupada” que no creía que el error consistiera que YO le hubiera dado mal al señor las llaves, la señora seguía llorando y montando el cristo por los rincones sin que nadie la encontrase.

Total que llamé a la camarera de Pisos para preguntarle si ella había abierto a alguien una habitación porque se lo hubieran pedido así. Me confirmo que ella no había sido pero solo con verla la cara ya sabía yo que no sabía de lo que le estaba hablando.

Me vi entonces obligado a subir a la habitación del “okupa” para intentar arrojar algo de luz en un asunto tan turbio. Al llegar a la puerta me encontré con que estaba cerrada por dentro, así que llamaos a la puerta (los legítimos ocupantes de la habitación y yo). Llamé fuerte porque recordé el detalle de que era posible que el “bello durmiente” fuese algo sordo.

Muy sordo no debe de ser el hombre porque abrió la puerta relativamente pronto. Eso si en pelotas y con una camiseta abanderado de tirantes que le llegaba por las rodillas, ¡Qué cuerpo!

Señor que esta habitación no es suya.

¿Qué? ¿Que no es mi habitación?

No, su habitación es la del piso de arriba, la 364, esta es la 264. Tiene que cambiarse de habitación

Ah bueno, entonces me tengo que cambiar de habitación. Vale, me cambio, pero vaya lío ahora para sacar todas las cosas del armario y cambiarlas de sitio

Que no que no, que no tiene que coger nada, que solo tiene que vestirse y salir de esta habitación, que no es la suya.

Bien, bien, ya me cambio.

Mientras se vestía el hombre probé que su llave no abría la habitación, con lo cual era imposible que hubiese entrado por sus propios medios y sobre todo que se hubiese encerrado dentro él solito.

A todo esto la señora “propietaria” de la habitación empezó a desbarrar y exigir que le volviésemos a hacer las camas (cosa que se daba por supuesta por mi parte) porque ella no se iba a meter en las mismas sábanas que el hombre ese. El marido también empezó a exigir unas explicaciones que yo no podía darle sin tener más datos.

Una vez pasados 5 minutos el hombre salió de la habitación ya con el bañador y el famoso albornoz puestos. Totalmente avergonzado por el suceso y pidiendo disculpas a los dueños de la habitación. Cómo estos últimos no estaban muy por la labor de quitarle hierro al asusto, me llevé de allí al hombre y le acompañé a su verdadera habitación. Por el camino el hombre se sinceró conmigo y me confesó que si que había habido detalles que le habían hecho sospechar que pasaba algo raro.

1-Que su mujer no aparecía. ¿Dónde se habrá metido esta mujer?

2-Que se había dormido y al despertar no encontraba el despertador ¿Me lo habrán llevado?

Entonces llegamos a su habitación y al abrir la puerta exclamó: ¡estas si son mis cosas, aquí están!

Aprovechando el grado de complicidad que habíamos alcanzado le pregunté cómo había entrado en la otra habitación y oyendo su respuesta pude atar los cabos sueltos para dejar el caso cerrado.

Cuando he llegado estaba la que limpia en la habitación, he entrado, nos hemos saludado y me he metido en la cama. Luego ella se ha ido y ha cerrado la puerta.

Ese fue el final de la historia. Nos despedimos amigablemente, el hombre disculpándose y yo diciéndole que no tenía importancia.

No me he olvidado de su mujer, la que lloraba por los rincones. Es que en todo este proceso que acabo de relataros no volvió a aparecer por ningún sitio. Solo cuando yo ya me iba, dejando todo en orden, llegó a la puerta de la habitación a echarle la bronca al marido porque a ver donde se había metido que llevaba una hora buscándolo.

En cuanto a los inquilinos que se encontraron un huésped en su cama, no les he vuelto a ver. Les hemos preparado unos set de jabones del hotel como regalo por las molestias causadas. Aunque yo creo que el regalo se le deberíamos hacer al okupa, más que nada por lo que habrá tenido que aguantar a la mujer desde que le volvió a echar el ojo encima hasta ahora mismo.

Y nada más amigos, como diría Pedro Piqueras... "Así son las cosas y así se las hemos contado".

6 comentarios:

Anónimo dijo...

pide un plus de peigrosidad,cualquier dia te canean.......esos jovencitos...

Manute dijo...

Yo me solidarice con el pobre hombre porque Maxi y yo quisimos hacer lo mismo en Zaragoza y nos echaron de todas las habitaciones con bastantes peores modos.

Hoy es el día que seguimos sin entenderlo

Anónimo dijo...

Soy el desalojado de la 364, por una vez en 40 años que me libro de mi mujer viene el "listo de los coj..." del recepcionista y me jode.
Menudo servicio!!!!!!!!!!
Fdo.: " el desalojado"

Anónimo dijo...

Para el desalojado:

Te habrías librado de tu mujer, pero no te pongas tan gallo porque desde que te sacamos de la hab que no era la tuya, tu mujer no se separa de ti ni un centímetro. ¡Anda chulito, a ver cómo la despistas ahora otra vez!

Y da gracias a que te metiste en la cama de un matrimonio. Si te metes en la hab de dos señoras y cuando llegan te ven metido en la cama solo con la camiseta de abandaredo por las rodillas yo no sé lo que habría pasado.

O no sales vivo de allí o no sales vivo de allí. En el primer caso por te cosen a ostias y en el segundo y menos probable porque se aprovechan de tu inocencia.

Entonces si que tu mujer tendría razón cuando decía eso de "hay dios mio que me lo han llevado"

Fdo. Tu salvador (ingrato)

Anónimo dijo...

No tenéis ni puta idea de lo que pasó:
Los tres "viejecitos" decidieron hacer un trio, el desalojado dijo "mi mujer se cree que soy tonto y sordo, así que la voy a dejar sola en el balneario y ahora subo a vuestra habitación a hacer el trio, que como ella si que es tonta y sorda va a estar 2 horas buscándome, solo espero que no pregunte al de recepción que tiene una cara de cabrón que seguro que me encuentra".
Al llegar a la habitación se encontró que todos se habían ido, al ver a la de limpieza decidió aprovechar el viaje y se la folló (de ahí la cara de disimulo de la limpiadora) y no contento decidió echarse una siestecita esperando que con el susto le diese un yuyu a su mujer y así librarse de ella.
Creo que la imagen que habías dado del viejo estaba un poco lejos de la realidad, por eso he querido aclar todo.

Anónimo dijo...

Buenos días, soy la encargada de planta, y me ratifico casi en todo lo expuesto en la versión anterior. Solo un detalle falta, estando yo esperando para coger el ascensor se me acercó el viejecito y de un empujón me metio dentro del mismo. A partir de ahi y mientras subiamos me obligo a realizar el acto con él. Por cierto, actitud deplorable la del recepcionista que no paraba de intentar arreglar el ascensor.

Fdo.: Encargada de planta